11/23/2007

Las pasteras

Estaban tiradas en la arena, al lado de la cancha de voley, chupando fernet con coca en un descartable desde la siesta. Al mediodía Cintia la había pasado a buscar, a la salida de la escuela, porque la otra ya ni va y no se acuesta hasta el amanecer. Le tiró una piedra al lavarropas podrido que el abuelo hasta que se muera quiere que quede ahi, al lado de la ventana de la pieza de ella y de los otros hermanos. Ella escuchó y salió, con lagañas y pegote de pintura, la lengua verde de mate que le había estado pasando la madre desde las once para que se despierte antes de que vengan papá y los guachos, superacolchada con esas tetas de goma negra que le deforman la remera de La renga. Una remera negra toda acabada que nunca se saca. Fumaron una tuca y un pucho a medias en el patio de tierra. Cintia le pidió desodorante y se fueron. A chupar vergas. A comprar 2 fasos por 5 a lo del Nenu antes de ir a la playa. Pero el Nenu no estaba y la otra entonces sacó una tableta de rivo con 4 pepas y se tomaron dos cada una, así, en seco. Despues chuparon una verga a la vuelta, otra al cana enfrente de la escuela y ahi sí, ya encararon el fernet chico con la coca.
En la playa estaban las máquinas. Habían empezado a poner arena nueva y estaba lleno de pendejos por todos lados, en el camping, en la cancha de la municipalidad, otros tranzando entre los sauces con los termos y los mates, festejaban el fin de clases.
Ellas no tienen novio. Gustan de un montón, y hay muchos que gustan de ellas, pero están re quemadas entonces no les dan bola, a los pibes les da verguenza andar con ellas. La chicas directamente no les hablan, a pesar de que muchas hace rato ya que tomaron la leche del pico. Pero se rescatan, cuando les preguntás dicen que es asunto de ellas. En cambio las que te digo se entregan ahí, con el descartable, toman sol, hablan de rock, ni se acuerdan que chuparon verga porque a los tipos los quisieran matar, a todos, con un palo. Metérselo por el orto. Los pibes que le gustan a las dos van al Liceo. Uno toca la viola, el otro no sé. Pero no saben que a ellas les dicen "las pasteras".

2 comentarios:

L.A dijo...

adoré la historia. Me quedé con ganas de más, de saber otras historias de las pibitas estas... me atrapaste.

besos de sal

Anónimo dijo...

te deja "así" la estampa. que tristeza en parte, no?... digo, esa banalidad desafectada.
me deja con un gusto amargo, aunque el relato me haya gustado. es como para un buen corto en blanco y negro, sin sentimentalidades.

gracias!